Imagínate que acabas de llegar a Longyearbyen, Noruega, la ciudad habitada más al norte del planeta. Entre los osos polares que pasean con más confianza que los propios habitantes, la nieve eterna y la noche que parece durar meses, hay una ley que de seguro te sorprende: ¡aquí no puedes morirte! Y no es broma. Morirse en Longyearbyen está, literalmente, prohibido por ley.
¿Pero cómo es eso posible? Bueno, digamos que la ciudad tiene sus razones.
El frío: aliado de la vida eterna
En Longyearbyen, la tierra está tan, pero tan congelada que funciona como un “freezer” natural. Esto significa que, si uno intenta “quedarse para siempre”, literalmente, su cuerpo podría no descomponerse jamás. Es como si la Madre Naturaleza hubiera inventado su propio sistema de momificación instantánea. De hecho, durante una pandemia de gripe en 1918, se descubrió que el virus seguía activo en los cuerpos de personas enterradas hace décadas. Así que los habitantes de esta ciudad noruega dijeron: “¡Mejor prevenimos esto!”
¿Qué pasa si estás en tus últimos días?
En caso de que sientas que el fin está cerca, prepárate para una mudanza inesperada. Las autoridades amablemente te enviarán a otra ciudad donde podrás descansar en paz. Aquí no se discrimina; si decides morirte, ¡también te ayudan a mudarte! Y es que Longyearbyen no está dispuesta a arriesgarse a mantener un cementerio infeccioso. Así que antes de ver la luz al final del túnel, es posible que veas la de un avión rumbo a la civilización.
Las aventuras del “casi-muerto”
A veces, los habitantes bromean diciendo que la ciudad es “tan aburrida que hasta morir está prohibido”. Pero imagina cómo sería que un doctor te diga: “Lo siento, pero es hora de mudarte”. No hay lugar para los dramas finales en Longyearbyen. Si algún habitante se pone demasiado grave, ¡debe despedirse antes de que sea demasiado tarde!
Algunos incluso dicen que esto crea un tipo de “inmortalidad” extraña, al estilo nórdico. No puedes morir aquí, pero mientras tanto, puedes congelarte un dedo si no usas guantes. Un verdadero dilema nórdico.
Entonces, ¿es posible vivir para siempre en Longyearbyen?
Quizá la ley no garantiza la inmortalidad, pero al menos parece intentarlo. Entre las temperaturas bajo cero y la prohibición de morir, puede que esta pequeña ciudad noruega se haya convertido en uno de los lugares más irónicamente seguros del mundo. Eso sí, para los que planeen un viaje, recuerden: vayan bien abrigados, disfruten del paisaje… ¡y procuren mantenerse vivos!
Este peculiar pueblo es un recordatorio de que la vida en el Ártico tiene reglas distintas. Si alguna vez visitas Longyearbyen, recuerda su ley más importante: ¡Aquí no está permitido “pasar al otro lado”!
¿Quién diría que una ciudad tan lejana sería el lugar donde “la vida continúa”… literalmente?
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